Los pies son una parte de nuestro cuerpo que merece una atención particular.
Son nuestro punto de reunión con la tierra, donde se puede sentir que estamos “enraizados”.
Desde el punto de vista de los músculos y huesos, son piezas refinadas y variadas que ocupan un lugar poderosamente importante dentro de nuestro sistema nervioso.
En la planta del pie se hallan consolidadas miles de terminaciones nerviosas cuyos extremos inversos están situados en todo el organismo. Esto significa que, al masajear el pie, producimos un estímulo que afecta a todo el cuerpo.
Los pies son fáciles de tomar y como no hace falta desvestirse para ser tratados, son zonas ideales para iniciar a alguien en la placentera y relajante sensación de un masaje.
Para llevar a cabo el masaje disponemos de una serie de técnicas de masaje y manipulaciones, de las cuales seleccionaremos las más adecuadas para cada caso, ellas son: maniobras de contacto, movilizaciones, fricciones, amasamientos, percusiones y vibraciones.
Con los masajes que practicamos en los pies, despojamos la energía negativa del cuerpo y obtenemos que recupere su equilibrio, porque debemos tener presente, que los pies no son solo para caminar, también nos ayudan a tener salud.
No hay que temer a las sombras. Solo indican que en un lugar cercano resplandece luz.
- Ruth Renkel
Ne boj se sjene. Samo pokazuju da u svjetlu sjajno u blizini.
- Ruth Renkel
lunes, 30 de noviembre de 2009
viernes, 27 de noviembre de 2009
La Armonía del Movimiento
Mantengamos una velocidad y una presión análogas.
Tratemos de eliminar los movimientos precipitados y las interrupciones inútiles, haciendo que los cambios de aceleración o fuerza se practiquen en forma imperceptible, evitando las transiciones inesperadas. Tratando de transmitir la mayor naturalidad y continuación a los movimientos.
La armonía es un componente inseparable del masaje. Se pueden aplicar desiguales presiones y velocidades sin por ello eliminar la persistencia del movimiento. La diversidad en el masaje se parece mucho a la de la música: los cambios en el compás ayudan a evitar la monotonía de la sinfonía.
Nuestras manos estarán constantemente buscando, "oyendo" los tejidos y los huesos.
Revelar al receptor del masaje la coyuntura de su cuerpo, es uno de los atributos más importantes del masaje.
El masaje logrará una eficacia intensa y casi mágica, descansando el peso de la parte superior de nuestro cuerpo sobre las manos más acertadamente que forzando la musculatura de brazos y muñecas.
Una vez que hayamos concretado contacto con el cuerpo de la persona, nos propondremos no discontinuarlo hasta que haya finalizado íntegramente el masaje.
El que permanece en reposo con los ojos cerrados ha accedido en un ámbito cuya única certidumbre es la proximidad de nuestras manos.
Nunca olvidemos que nos hallamos dedicando un masaje a una persona y no a una intrincada maquinaria. Estamos constituidos por huesos y músculos, pero también somos individuos, y esto impera para cada centímetro cúbico de nuestro organismo.
La persona es su propio organismo.
"Lo que es bello es bueno, y lo que es bueno no tardará en ser bello."
- SAFO.
"Ono što je lijepo je dobro i ono što je dobro da će uskoro biti lijepa."
- SAFO.
Tratemos de eliminar los movimientos precipitados y las interrupciones inútiles, haciendo que los cambios de aceleración o fuerza se practiquen en forma imperceptible, evitando las transiciones inesperadas. Tratando de transmitir la mayor naturalidad y continuación a los movimientos.
La armonía es un componente inseparable del masaje. Se pueden aplicar desiguales presiones y velocidades sin por ello eliminar la persistencia del movimiento. La diversidad en el masaje se parece mucho a la de la música: los cambios en el compás ayudan a evitar la monotonía de la sinfonía.
Nuestras manos estarán constantemente buscando, "oyendo" los tejidos y los huesos.
Revelar al receptor del masaje la coyuntura de su cuerpo, es uno de los atributos más importantes del masaje.
El masaje logrará una eficacia intensa y casi mágica, descansando el peso de la parte superior de nuestro cuerpo sobre las manos más acertadamente que forzando la musculatura de brazos y muñecas.
Una vez que hayamos concretado contacto con el cuerpo de la persona, nos propondremos no discontinuarlo hasta que haya finalizado íntegramente el masaje.
El que permanece en reposo con los ojos cerrados ha accedido en un ámbito cuya única certidumbre es la proximidad de nuestras manos.
Nunca olvidemos que nos hallamos dedicando un masaje a una persona y no a una intrincada maquinaria. Estamos constituidos por huesos y músculos, pero también somos individuos, y esto impera para cada centímetro cúbico de nuestro organismo.
La persona es su propio organismo.
"Lo que es bello es bueno, y lo que es bueno no tardará en ser bello."
- SAFO.
"Ono što je lijepo je dobro i ono što je dobro da će uskoro biti lijepa."
- SAFO.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Introducción al masaje
El masaje es algo básicamente simple.
Nos hace más plenos, más nosotros mismos.
Las manos tienen la sabiduría de transferir este potencial a otros.
Si aprendemos a confiar en él, revelaremos mejor que nadie cuál es el significado profundo del masaje.
El ambiente adecuado y una preparación esmerada pueden mejorar mucho la aplicación de un masaje.
La persona que lo recibe se sentirá mucho más cómoda y el masajista también.
Cuando busquemos el lugar apropiado, tomemos en cuenta la soledad y el silencio.
El receptor ingresa en un mundo donde lo único que le importa es el sentido del tacto. Cualquier ruido o sobresalto pueden ser enormemente perturbadores.
Lograr una combinación con las manos, saber ser uno con ellas, constituye la esencia del masaje; en el fondo, el verdadero y único arte.
Hay un cierto enigma en el manejo de las manos y lleva tiempo llegar a conocerlo.
Es una tarea placentera que nunca terminará.
Se aplica una conveniente presión cuando se da un masaje. La intensidad de la fuerza varía, según el estilo particular y la parte del cuerpo sobre la que se aplique.
Una cierta presión es siempre primordial, la presión produce una sensación agradable, como uno mismo podrá observarlo al recibir un masaje.
Debemos acomodar las manos de manera que se adapten al contorno de la zona que se está cubriendo.
Cuando deslizamos la mano sobre la cadera, hay que arquearla de manera que se acople exactamente a esa parte. Cuando las movemos desde el pecho hacia el brazo, debemos ahuecarla para que al pasar cubra los hombros en forma uniforme y agradable. Concentrémonos en el agua de un arroyo cuya amplitud se va amoldando a los altibajos que descubre en su camino.
Nos hace más plenos, más nosotros mismos.
Las manos tienen la sabiduría de transferir este potencial a otros.
Si aprendemos a confiar en él, revelaremos mejor que nadie cuál es el significado profundo del masaje.
El ambiente adecuado y una preparación esmerada pueden mejorar mucho la aplicación de un masaje.
La persona que lo recibe se sentirá mucho más cómoda y el masajista también.
Cuando busquemos el lugar apropiado, tomemos en cuenta la soledad y el silencio.
El receptor ingresa en un mundo donde lo único que le importa es el sentido del tacto. Cualquier ruido o sobresalto pueden ser enormemente perturbadores.
Lograr una combinación con las manos, saber ser uno con ellas, constituye la esencia del masaje; en el fondo, el verdadero y único arte.
Hay un cierto enigma en el manejo de las manos y lleva tiempo llegar a conocerlo.
Es una tarea placentera que nunca terminará.
Se aplica una conveniente presión cuando se da un masaje. La intensidad de la fuerza varía, según el estilo particular y la parte del cuerpo sobre la que se aplique.
Una cierta presión es siempre primordial, la presión produce una sensación agradable, como uno mismo podrá observarlo al recibir un masaje.
Debemos acomodar las manos de manera que se adapten al contorno de la zona que se está cubriendo.
Cuando deslizamos la mano sobre la cadera, hay que arquearla de manera que se acople exactamente a esa parte. Cuando las movemos desde el pecho hacia el brazo, debemos ahuecarla para que al pasar cubra los hombros en forma uniforme y agradable. Concentrémonos en el agua de un arroyo cuya amplitud se va amoldando a los altibajos que descubre en su camino.
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